viernes, 20 de abril de 2012

Miranos aquí, ajenos a todo lo que pasó ayer, y intentando no pensar en lo que sucederá mañana. Me sostienes por la cintura y besas mi cuello, sin timidez alguna. Te lo conoces de arriba a abajo, tienes el mapa para hacerme estremecer. No puedo ni quiero evitar sentirme culpable por dañarme a mi misma de nuevo, pero es que me siento tan libre entre tus brazos que se me olvida de vez en cuando. Por fin me atrevo a girarme y mirarte a los ojos, colocar mis brazos alrededor de tu cuello, hasta tu nuca, rozándola como se que te gusta. Sonríes y te apoyas frente con frente, me muerdo el labio para no decir algo incoherente pero las palabras salen solas, sin consentimiento.
-Te quiero, Tom.- Fue un susurro del que no esperaba obtener respuesta, fue un susurro estúpido, que nunca debió ser dicho. Él desvía un momento la mirada y ríe bajito.
-Lo se...- Añade, rozando nuestros labios. 
-No, no lo sabes. No puedes imaginarte cuánto, ni cómo.Ni si quiera, sabes dónde.- Él parece ir a apartarse entonces, pero se lo impido y lo beso, sin piedad no hacia él, si no hacia mi. Haciéndome daño. Entonces deseo decirlo, gritarlo.  Pero se aparta, se aparta de nuevo, me mira y añade.
-Y dónde me quieres Daniela, dime dónde y prometo estarlo.- Eso suena otra vez a promesa incumplida, que sumaré al montón de "palabrasquenocreo". Trago saliva y lo digo, porque dentro de mi ya escuece.
-En mi cama todas las mañanas, en mi mesa cada mediodía, a mi lado panteándonos Madrid y en mi sofá los días de lluvia. Pero sobretodo, te quiero conmigo, aquí, siempre.
Bum.

Yo construyo metáforas, yo nos construyo a nosotros y nos reproduzco en palabras. Posiblemente no me veas, pero estoy aquí, sin perderte de vista un solo momento. Tu hablas con la dependienta acerca de un trozo de tarta de queso, ella se ríe y se toca el pelo. Te mira y parece feliz. Yo permanezco en la mesa, con un café ya frío y un libro que tú solías leer. Y seguís hablando, la chica es mona, es de tu tipo, supongo. Creí que yo era tu tipo. Aún que sigo pensando que no hay una chica que se te adapte mejor que yo. Por fin, te da la tarta y te ríes mientras la invitas a cenar. Este es nuestro café. Mi amiga me mira con expresión preocupada. Con miedo a lo que sucede. Entonces sales por la puerta sin darte cuenta de que yo estoy ahí, unas mesas al fondo. La dependienta permanece sonríendo apoyada en la barra.
-Deja de mirarlo.- Dice mi amiga, rozando mi mejilla con las yemas.
-No puedo, nunca he podido.
Algo me recuerda que encajamos. Quizás fue ese segundo, en el que por accidente rozas mi mano derecha con la tuya, y me pongo roja. O las risas nuestras, ambas juntas, que semejan una sonata perfecta, compuesta exactamente para ser reproducida así, a la vez. Y me miras sonriendo, es ahí. Ahí, justo ahí, se me borra la sonrisa poco a poco y nos quedamos mirándonos. Ahí es cuando se que mis ojos solo pueden perderse así en los tuyos, tan oscuros, solo en esos. Nadie, nadie como tú. 
- Ese es el mío.- Digo, algo nerviosa, guardando la libreta en la mochila y como sin más me levanto, te sonrío.
-Adiós Dani, espero verte pronto.- Permanece sentado, equilibrándome con la mirada.
-Nos veremos.- Hago un guiño rápido y subo al autobús. Es imposible no volver a verlo, el destino nos ha querido juntos, y cuando algo lo empeña no se da por vencido. Nunca.

jueves, 19 de abril de 2012

Y yo sola en la parada, en frente de tu piso. De tu piso con sofás color café. En lo más alto, donde yo pareceré pequeña. Más de lo que asimilas que soy normalmente para ti, más minúscula. Miro con dísimulo, de vez en cuando, hasta que la luz de tu ventana se apaga y me coloco el pelo leyendo desinteresadamente mi libreta de apuntes, vacía. Y bajas, abres la puerta, te asomas y te colocas bien el gorro de invierno. Eso me recuerda que hace frío, aún que apenas lo siento. Me ves y saludas con la mano, acto seguido cruzas y trato de parecer lo más absorta en mis asuntos que puedo.
-¡Daniela! ¿A quién esperas, tan pronto?- Pregunta cruzándose de brazos con gesto de frío y sus ojos azules brillan aún más de lo normal.
-Te espero a ti. No, nada, el autobús, que se retrasa...

viernes, 13 de abril de 2012

Siempre serás el último en irse.

Recuerdo vagamente tus ojos castaño oscuro. Los recuerdo porque me perdí mil veces en ellos, naufrague, me hundí, pero salí a flote. Tengo todavía el mismo erizar de piel que cuando tus manos rozaban mi cadera, como si siguieras aquí y no quisieras irte. Un fantasma de lo que fue, que me tortura con verdades. Con recuerdos que no quiero recordar, pero irónicamente, daría vidas por revivirlos. Una vez más. A tú lado.

lunes, 16 de enero de 2012

Bailamos muy lento, muy juntos. Muy dentro.

Cuando tu aire se posaba en mi nuca. Que se camufle entre mi pelo. Sumergirme en tu pecho, respirar cerca de tus labios...Respirar tu aire. Respirar por el hecho de que tu respiras.
Escribir Te Amo una y otra vez en tu espalda.
Y es suficiente. Es demasiado. Es poco.
Es mío.

Hoy tengo un buen feeling, con el mundo además.

Nadie como tú para hacerme sonreír. Si pasa, que pase contigo. Y la historia dice pues que la princesa se casa con el principe, que el hada aprende a volar, que el perro encuentra un hogar. La mía (la nuestra) empieza y termina con un "Eternamente nuestros."
Será una eternidad suficiente para calmar el interminable deseo de comerte a besos en cuanto te veo?
(Aprobecho para deciros que escribo un nuevo blog, "Impulso Maniatado." Pasaros :)